
Este lugar, reconocido por su impresionante vista al mar y su valiosa colección de esculturas y mausoleos históricos, guarda también una de las leyendas más curiosas y recordadas de la cultura popular puertorriqueña: la del misterioso sepulturero conocido como Pateco.
Su historia mezcla realidad, tragedia, misterio y un toque de humor criollo, convirtiéndose en una expresión cultural que ha trascendido generaciones. La frase “¡Se lo llevó Pateco!” todavía se escucha en conversaciones cotidianas, a veces en broma, a veces con un matiz de advertencia. Pero ¿quién fue realmente Pateco? ¿Y de dónde nace esta leyenda?
Para entender el origen de la historia, hay que situarse en un momento clave de la historia de Puerto Rico: el huracán San Ciriaco.
El 8 de agosto de 1899, este ciclón devastó la isla con vientos huracanados y lluvias torrenciales que provocaron inundaciones catastróficas. Las consecuencias fueron terribles: más de 3,000 personas perdieron la vida y miles quedaron sin hogar.
En esa época, las condiciones sanitarias eran precarias y las epidemias se propagaban con rapidez. Las autoridades, preocupadas por la salud pública, limitaron la participación en los cortejos fúnebres para evitar contagios. Los familiares solo podían acompañar al difunto hasta los portones del cementerio, sin entrar al camposanto.
Aquí es donde entra en escena el personaje central de nuestra historia. Pateco era el sepulturero del Cementerio Santa María Magdalena de Pazzis. Su trabajo consistía en recibir los cuerpos en la entrada, trasladarlos al interior y darles sepultura cristiana.
Con su carreta, pala y farol, Pateco recorría día y noche los pasillos entre tumbas, cruzando el cementerio con solemnidad y cierta aura inquietante. Muchos lo describían como un hombre reservado, de pocas palabras, cuya presencia imponía respeto.
Se dice que su figura, recortada contra el mar embravecido y el cielo nublado, quedó grabada en la memoria de quienes lo veían. Y así, poco a poco, su nombre se convirtió en sinónimo de aquel que se lleva a los muertos.
Con el tiempo, la población comenzó a utilizar la expresión “Se lo llevó Pateco” como una forma de decir que alguien había fallecido. Pero como sucede en Puerto Rico, donde el humor y la ironía son parte de la idiosincrasia, la frase también empezó a usarse de manera jocosa para referirse a personas que desaparecían, que no se veían por un tiempo o que habían tenido un “mal final” figurado.
Por ejemplo, si un vecino no aparecía en el cafetín por semanas, alguien podía bromear diciendo:
—“¿Supiste de Ramón? Muchacho… ¡Se lo llevó Pateco!”
Aunque la figura de Pateco parece envuelta en un halo de misterio, hay quienes aseguran que se trataba de un trabajador real del cementerio, un hombre humilde que cumplía su labor con respeto y responsabilidad.
Sin embargo, la leyenda también se mezcla con otra teoría: que el nombre Pateco proviene de la palabra “pateta”, un término usado para referirse al diablo. Esto añade un matiz sobrenatural a la historia, sugiriendo que Pateco no era simplemente un sepulturero, sino un ser que “venía a buscar almas” cuando les llegaba su hora.
Para comprender el impacto visual y emocional de esta historia, es importante conocer el lugar donde ocurre. Fundado en 1863, el Cementerio Santa María Magdalena de Pazzis es un verdadero museo al aire libre.
Este entorno, cargado de historia y belleza melancólica, ha sido escenario de otras leyendas y relatos de fantasmas, pero la de Pateco sigue siendo de las más recordadas.
A lo largo de los años, el cementerio ha sufrido daños considerables, tanto por fenómenos naturales como por la acción humana.
Huracanes, marejadas y la salinidad del mar han erosionado esculturas y tumbas históricas. A esto se suman actos de vandalismo, robos y rituales ocultistas que han dañado piezas de gran valor artístico y cultural.
Para muchos, Pateco no solo representa una figura del pasado, sino también un símbolo de guardián del cementerio, una presencia imaginaria que protege el lugar de quienes intentan profanarlo.
La frase “Se lo llevó Pateco” ha trascendido la historia para convertirse en parte del folclore puertorriqueño. Ha aparecido en conversaciones cotidianas, obras de teatro, canciones y hasta en memes en redes sociales.
Esta mezcla de historia real y construcción cultural es un claro ejemplo de cómo en Puerto Rico se transforman tragedias en relatos que, con el tiempo, adquieren un matiz humorístico sin perder su esencia histórica.
Las leyendas como la de Pateco cumplen una función importante en la memoria colectiva:
En un mundo cada vez más acelerado y digital, rescatar estas narraciones es una forma de preservar la esencia de Puerto Rico, sus costumbres y su manera única de enfrentar la vida y la muerte.
Para quienes visitan el Viejo San Juan, recorrer el Cementerio Santa María Magdalena de Pazzis es una experiencia única. No solo por su arquitectura y vistas impresionantes, sino porque al caminar entre sus pasillos uno siente la historia palpitando entre las tumbas.
Si tienes suerte —o mala suerte, según cómo lo veas—, puede que al atardecer escuches pasos lentos, el crujir de una carreta o el tintinear de un farol que se balancea. Y entonces, sin darte cuenta, pensarás:
“¿Será Pateco…?”
La leyenda de Pateco es mucho más que un cuento macabro. Es un retrato de una época de crisis en Puerto Rico, de la resiliencia de su gente y de la capacidad boricua para convertir incluso las historias más oscuras en expresiones culturales llenas de ingenio.
Cada vez que alguien dice “¡Se lo llevó Pateco!”, no solo repite una frase popular: está evocando un episodio histórico, recordando a un personaje que, real o no, quedó grabado para siempre en la memoria de la isla.
Así, entre el rumor de las olas y el eco de los pasos sobre los adoquines, Pateco sigue caminando, farol en mano, custodiando el camposanto del Viejo San Juan… y nuestra cultura.
📍 Si visitas San Juan, no olvides pasar por el Cementerio Santa María Magdalena de Pazzis. Observa sus esculturas, respira su historia y siente la energía de un lugar donde arte, memoria y leyenda se encuentran frente al mar.
💬 Y tú… ¿Conocías la leyenda de Pateco o es la primera vez que la escuchas?
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