
Por El Jíbaro Digital
A veces creemos que las leyendas son solo cuentos pa’ asustar nenes o adornar fogatas. Pero hay otras veces —las más poderosas— donde la leyenda y la historia se abrazan… y lo que sale de ahí no se olvida jamás.
Hoy te vengo a contar una de esas historias. Una que no te enseñaron en la escuela. Una que ocurrió en la misma tierra que caminamos todos los días. Una historia de fuego, de tambor, de injusticia… y de memoria.
Esta es la historia de las tres mujeres quemadas por brujería en el San Juan de 1591, justo donde hoy se encuentra la moderna y turística Bahía Urbana.
Sí, ahí mismo, donde se celebran conciertos, se montan bicicletas eléctricas y se ve el atardecer con paleta en mano.
Vamos pa’ atrás en el tiempo…
En 1591, donde hoy ves muelles, luces y cruceros, había un manglar profundo, lleno de agua salada, barro y vida. Allí, justo entre las raíces del mangle y el canto de los coquíes, se reunía un grupo de personas esclavizadas traídas desde África, que aún cargaban con ellas su lengua, su fe y su tambor.
En un tiempo donde la corona española y la Iglesia Católica eran lo mismo que ley y castigo, practicar rituales espirituales de origen africano era visto como pecado, herejía y brujería. Ellos no sabían de Yemayá ni de Elegguá. Solo sabían decir “demonio”, “paganismo” y “maldad”.
Y así fue como una noche, en ese manglar olvidado entre San Juan y Puerta de Tierra, fueron sorprendidos un grupo de esclavizados realizando una ceremonia.
Según una carta oficial escrita por el obispo de San Juan, Nicolás Ramos Santos, y enviada al Rey de España en 1594, se trataba de “negros herejes” que adoraban a un “demonio con forma de cabrón”.
Sí, leíste bien: un demonio con forma de macho cabrío.
Lo que el obispo interpretó como adoración demoníaca, muy posiblemente fue un ritual yoruba, un acto de conexión con sus orishas, con sus ancestros, con la naturaleza. Un rito de sanación, de gratitud, de resistencia.
Entre esas personas, se destacaron tres mujeres que, aunque habían sido “convertidas al cristianismo”, seguían practicando en secreto su fe ancestral. Cuando fueron interrogadas, no negaron nada. No podían negar quiénes eran.
Y por eso fueron sentenciadas a morir quemadas en la hoguera.
La hoguera no era solo un método de ejecución. Era un mensaje. Un “ejemplo” para que los demás tuvieran miedo. Para arrancar de raíz cualquier intento de espiritualidad africana, cualquier tambor, cualquier canto que no viniera de un coro católico.
Pero lo que esos hombres de sotana y poder no entendieron es que el fuego no destruye todo.
A veces, el fuego transforma.
Y aquellas mujeres, aunque convertidas en ceniza, se volvieron leyenda.
Se volvieron memoria encendida.
Esta historia no es un invento. No es un mito de pueblo.
Está documentada. Está escrita por el puño y letra de un obispo, ¡al mismísimo rey de España!
Pero claro, nadie la contó en los libros escolares.
Nadie la pintó en los murales del Viejo San Juan.
Nadie la convirtió en canción… hasta ahora.
Porque la historia de esas tres mujeres no debe ser olvidada.
Eran negras. Eran esclavizadas.
Y aun así, resistieron con tambor en mano.
Con canto en la boca.
Y con dignidad en el alma.
No eran brujas.
Eran sagradas.
Inspirado por esta historia real, decidí crear una canción titulada “Fuego en la Bahía Urbana”. Pero no es solo una canción… es un acto de justicia poética.
La letra está escrita desde la perspectiva de esas tres mujeres.
Con sus nombres simbólicos: Iyá, Adé y Yemí.
Con tambores africanos, susurros en yoruba, y una energía espiritual que te eriza la piel.
Esta canción es un altar musical.
Una memoria sonora.
Un canto de resistencia.
Para que lo tengas claro, esto no fue en la montaña ni en un rincón escondido. Fue en San Juan, donde hoy caminas sin saber que allí hubo fuego, sangre y espíritu.
El manglar donde ocurrió todo estaba entre la isleta de San Juan y lo que hoy conocemos como Bahía Urbana, cerca de los muelles.
Ese terreno fue rellenado con el tiempo para hacer espacio al puerto.
Pero la tierra recuerda.
Y ahora tú también.
Contar esta historia no es solo un acto cultural, es un acto político, espiritual y social. Porque la historia de Puerto Rico no es solo la historia española.
Es también la historia taína, la historia africana, la historia de mujeres, la historia de resistencia.
Si no contamos estas historias, otros vendrán a contar solo una parte.
Y nosotros no vinimos aquí a contar medias verdades.
Vinimos a prenderle fuego a la injusticia.
Y a encender el tambor de la memoria.
Si esta historia te movió el corazón… escucha la canción.
Si te dolió como dolió escribirla… compártela.
Si sientes que esto debe ser conocido… hazlo correr.
👉🏾 Escucha ahora “Fuego en la Bahía Urbana” y todo el álbum en Spotify:
🎵 https://open.spotify.com/album/3qss8YDTrLy8P80KcsjzA5?si=L9FJWaKsSQOZLwRIi4lNtw
Este es solo el comienzo.
Porque la historia de Borikén arde…
y nosotros, el pueblo, somos los que le echamos leña.
—
Con machete en mano y corazón en llamas,
El Jíbaro Digital.
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